El profesional reflexivo en la educación inclusivaUna Nueva Epistemología de la Práctica Docente
El profesional reflexivo en la educación inclusiva

Esta nueva orientación a la que estamos haciendo referencia es la que se ha denominado racionalidad práctica, "reflexión-en-la-acción", o «epistemología de la práctica implícita en el artista, desarrollada a través de los procesos intuitivos que los prácticos realizan en situaciones de incertidumbre, inestabilidad, unicidad y conflicto de valores» (Schön, 1983, 49). En esta perspectiva se intenta superar la distancia entre la teoría y la práctica, entre el pensamiento y la acción, desarrollando y construyendo el propio conocimiento a partir del ejercicio de la práctica diaria. El conocimiento se construye en la acción y a través de ella y, «con la finalidad de captar el sentido del movimiento y la inestabilidad asociada (e incluso necesaria) con el aprendizaje y el cambio hemos ideado el término conocimiento-en-la-acción» (Bamberger & Schön, 1991). «Conocer es actuar, actuar es conocer», así es como von Foerster (1991), asienta las bases para una epistemología de la práctica.

El conocimiento-en-la-acción y la «conversación con la práctica» (Schön, 1993) son los pilares sobre los que se establece el proceso de conocer lo que hacemos -haciéndolo- y no somos capaces de decir (conocimiento tácito), situación en la que se crea una asociación con un lugar determinado, una persona o cosa con la que nos sentimos involucrados y nos mueve a actuar. Esta podría ser una justificación de lo que pretendemos señalar con la racionalidad práctica, señalando esenciales para una mejor comprensión, la diferenciación entre «resolución de problemas» (problem solving) y «situación problema» (setting problem).

Cuando la práctica educativa se conceptúa como una actividad reflexiva (enseñanza reflexiva), no puede considerarse como algo aislado, estable y ordenado. Por el contrario, la práctica educativa o «situación problema», tiende, como todos los sistemas, hacia mayores niveles de complejidad, por lo que ha de ser comprendida desde parámetros diferentes. Las características que identifican la educación desde esta perspectiva son:

  • La práctica educativa es una situación singular, no repetible. No existen dos situaciones iguales que puedan ser equiparables, pues no existe una práctica que pueda ser considerada ideal, que sea teóricamente mejor que otra.
  • La práctica educativa es cambiante, no estática. Cada momento es diferente, la experiencia educativa en el aula es dinámica, recurrente, iterativa e interactiva, por lo que la «conversación con la práctica» va modelando y es modelada por ésta como un sistema autorreferencial (termodinámicamente abierto).
  • La práctica educativa es incierta, no segura. Como toda organización social, la enseñanza es un conjunto de situaciones imprevistas, difíciles de predecir y controlar. La explicación de lo que se hace en el aula viene determinada por la propia actividad en sí misma.
  • La práctica educativa es axiológica, no aséptica. Todo proceso de enseñanza-aprendizaje está dimensionado por los valores. Éstos se muestran a través de diferentes ópticas; la de cada uno de los protagonistas: el profesorado, el alumnado, las familias, la administración educativa, la sociedad en general…
  • La práctica educativa es heterogénea, no uniforme. Existen tantas posibilidades como personas. Cada uno de los alumnos es diferente. La diversidad de intereses, expectativas, preocupaciones, capacidades, motivaciones, …, delimita una práctica imposible de delimitar bajo un único principio regulador. La diversidad es una fuente inagotable de vida, y la práctica educativa es entendida como una actividad plural.
La reflexión y la formación del profesorado
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