«La reflexión es un proceso de transformación de determinado material primitivo de nuestra experiencia (ofrecido desde la historia y la cultura y mediado por las situaciones que vivimos) en determinados productos (pensamientos comprensivos, compromisos, acciones), una transformación afectada por nuestra concreta tarea (nuestro pensamiento sobre las relaciones entre el pensamiento y la acción, y las relaciones entre el individuo y la sociedad), utilizando determinados medios de producción (comunicación, toma de decisiones y acción)» (Kemmis, 1985, 148).
Una preparación de profesionales de la enseñanza acordes con el discurso que venimos manteniendo desde la concepción de educación inclusiva nos exige considerar la enseñanza y la educación desde diferentes puntos de vista de los tradicionales. El profesorado se encuentra en la tesitura de construir una nueva manera de acercarse a la realidad, de conocerla, de cuestionarla. El modelo tradicional de formación, en respuesta a cuestiones meramente técnicas no satisface la realidad cambiante, incierta, plural y llena de valores que es la educación. Es necesario generar nuevos patrones para constuir una realidad en la que el proceso de comunicación en la enseñanza es creado a partir de las interacciones.
La figura de un profesorado reflexivo, capaz de interrogar su práctica, de buscar soluciones compartidas, de vincularse con la realidad y participar del compromiso en la enseñanza, nos lleva a presentar en las siguientes páginas algunos rasgos que consideramos importantes a tener en cuenta en la preparación de enseñantes. Sirvan las siguientes sugerencias como complemento a las peculiaridades de la educación inclusiva en favor de una nueva manera de aprehender y comprender la realidad.
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