Formación del profesoradoLa Formación Permanente del Profesorado
La formación inicial del profesorado

De manera breve pero significativa, sirvan las siguientes líneas para considerar la otra cara de la moneda de un mismo proceso de formación: la formación permanente del profesorado. De acuerdo con IMBERNÓN (1994a), los principios que sustentan un proceso de formación permanente serían los siguientes:

a) La formación inicial del profesorado que actualmente se imparte en la escuelas universitarias del profesorado y la que reciben los licenciados para la educación secundaria no únicamente es insuficiente, sino que no puede cubrir todas las necesidades profesionales de los docentes.

b) Ha de haber una continuidad institucional entre la formación inicial y la permanente, de manera que las dos participen de un mismo proyecto educativo coherente, ya que si un sistema educativo pretende estar en constante renovación y perfeccionamiento no puede, si quiere tener éxito, interrumpir el proceso constante de formación de su profesorado.

c) La formación permanente del profesorado ha de introducirse dentro de la casuística de una pedagogía de adultos ya que sus destinatarios lo son y ha de ser objeto de estudio como tal.

d) La formación permanente del profesorado ha de propiciar que surjan y confluyan motivaciones profesionales, con la finalidad de originar cambios de actitud, dar soluciones a problemas curriculares mediante el estudio, la experimentación y la reflexión sobre la propia práctica, y no convertirse únicamente en un «recetario» técnico. Todo ello, uniendo la teoría y la práctica en le propio centro docente.

e) Hay que establecer diversos tipos de formación permanente según el tiempo de ejercicio y la tarea docente. Esta formación ha de ser obligatoria, facilitando la administración los mecanismos adecuados para que dicha obligatoriedad no genere conflictos entre el profesorado.

f) Los diseños de planes de formación permanente del profesorado atenderán básicamente a la actualización científica, psicopedagógica, cultural, así como al cambio de actitudes necesario para asimilar los avances correspondientes. Estos planes han de ser diseñados coherentemente por personal suficientemente preparado.

g) Es necesario una flexibilidad a la hora de aplicar las directrices de la administración respecto a la elaboración del curriculum. Hay que respetar la autonomía del centro docente y del profesorado para que pueda adaptar y perfilar las directrices fijadas de acuerdo con las circunstancias particulares del territorio mismo y de las características del centro docente y de los alumnos (autonomía en la elaboración de proyectos curriculares específicos).

h) Finalmente, será necesario diseñar, elaborar y aplicar los mecanismos para evaluar la eficacia de las acciones de formación permanente del profesorado.

Como consecuencia de estos principios, los objetivos fundamentales de la formación permanente del profesorado pueden ser:

    1. Estudio, experimentación y reflexión sobre la propia práctica docente y su coherencia pedagógica a la luz de las nuevas aportaciones científicas.
    2. Participar en la animación pedagógica del medio en donde se lleva a la práctica un plan de formación permanente.
    3. Intercambiar experiencias y reflexiones con otros profesionales mediante el trabajo en equipo.
    4. Adquirir nuevas técnicas de trabajo y llevar a cabo la necesaria experimentación profesional.
    5. Acceder a centros de recursos, de profesores o de otras instituciones, facilitadoras de la tarea docente y cooperar con los diversos grupos de trabajo que participen para coordinar, explotar y difundir la información relativa a la educación.
    6. Capacitar en diversos niveles de la enseñanza para acceder en caso que sea necesario.
    7. Participar y colaborar en investigaciones didácticas.
    8. Analizar el grupo en general y el grupo clase en particular.
    9. Conocer la vigente cultura social del entorno y estudiar cómo integrarlo en la enseñanza.
    10. Adquirir actitudes, hábitos y técnicas de autoaprendizaje.

Estos objetivos convergen en otro mucho más amplio: cada profesor ha de recibir, a lo largo de su formación permanente, instrumentos que el permitan alcanzar una mayor autonomía (autoaprendizaje) y una maduración suficiente para desarrollar en su profesión el máximo de sus posibilidades docentes (pp. 38-39).

La formación del profesorado
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